A este lado del espejo
A
ESTE LADO DEL ESPEJO
Hoy me
he mirado en el espejo y no he conseguido verme, ni tan siquiera de forma
difuminada, ni una sombra, nada en él. Sin embargo he bajado la vista hacía mi
propia persona y aquí estoy a este lado del espejo, con mi ceñido corpiño y mi
larga falda, envuelta en color y alegres bordados, puedo contemplarme de forma
tangible, soy yo, es mi ropa, mi cuerpo. No entiendo muy bien qué pasa con este
espejo que hoy se niega a devolver mi reflejo. Algo alarmada, me he asomado a
la ventana de esta casa-estudio azul y he contemplado la cerca de cactus, la
calle de este barrio de San Ángel, aquí en mi amada matria México, todo continúa como ayer noche lo dejé, casi todo
excepto yo, excepto mi perdido reflejo.
He
deambulado por las estancias, pasando de la casa azul a la casa roja y blanca,
un estremecimiento me ha recorrido, tú no estás, necesito abrazarme a ti,
sentirme pequeña, como una paloma dentro del abrazo de un elefante, quiero
contarte, decirte que te pongas conmigo al lado del espejo. Pero no te
encuentro y empiezo a pensar que tal vez no he despertado, que quizás sigo
soñando, o quizás todo es más sencillo, has terminado por transformarte en ese
monstruo dentro del laberinto que aventurara Cardona. Si así fuera, renuncio a
mi nombre, por ti, renuncio hasta de mí misma, renuncio a ser Frida para
transformarme en Ariadna, y te llamaré Teseo en vez de Diego, para así
salvarte, salvarme.
Hay
flores amarillas en los jarrones, cempasúchiles en todos ellos. El calendario
de la pared marca el 2 de noviembre. Un haz de luz llega a mi pensamiento, una
claridad diáfana me envuelve, me doblo sobre mí misma, claro que estoy dormida,
dormida eternamente, y más allá de esa certeza esclarecedora, lo único que
sigue preocupándome es el verte, el volver a ver a mi elefante, a mi Teseo, a
ti mi Diego.
Ven, no
tardes, ven conmigo a este lado del espejo, te espero…
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