De nácar blanco

Camino por esta playa solitaria, su arena está llena de conchas tan pequeñas que semejan lentejas. Me da por pensar que me gustaría que esas pequeñas lentejas de nácar blanco y brillante se ordenaran hasta marcarme un camino, que la mano del destino, o de un dios benevolente, las ordenara, construyendo una larga fila, un nítido rastro que poder seguir. El deseo de un camino para retornar a tu cuerpo, mi matria perdida, añorada. Pero, los dioses están ocupados.

Pero los dioses están ocupados y el destino quizás sea éste: echarte en falta, sentirme exiliada de tu boca, de tu abrazo, soñar con caminos imposibles.

 

 

 

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