XXII Encontro de poetas no Val de Quiroga


 




Fantástica tarde ayer. Todo mi agradecimiento al gran Emilio Vega, organizador de tan maravilloso evento, y por supuesto, señalar el papel imprescindible del Concello de Quiroga, que sigue apostando por la Cultura segura. 

Rodeada de amigos y escuchando maravillosos poemas. 

 

 

LA POESÍA

 

¿Qué es la poesía? ¿Y tú me lo preguntas? Poesía eres tú…

Me hago pequeña tratando de hablar de  poesía, yo, que he leído tantos poemas, heme aquí ahora ante los poetas, ¿cómo hablarles a ellos, hablaros a vosotros, de lo que vuestra pluma crea?

Dejadme refugiarme en Gil de Biedma, preguntaros mirándoos a los ojos ¿vosotros querías ser poetas o en el fondo, querías ser poema? Yo, aunque he logrado llegar a ser una humilde junta letras, lo que de verdad siempre quise ser, lo que siempre he sido, lo que nunca dejaré de ser, será lectora infatigable y buscadora incansable de la belleza. La belleza de las palabras, que vosotros como orfebres, sabéis engarzar de forma precisa para que terminen transformándose en verdaderas joyas, alimento brillante para las almas hambrientas, para los necesitados de consuelo y cobijo.

Tengo quince años y me veo con un libro en la mano, tengo quince años y descubro a Neruda, a Nervo, a Machado a… Imposible nombraros todos los descubrimientos. Y escucho canciones que son poemas, o poemas que son canciones. Hoy, más de treinta años después, sigo descubriendo poemas y poetas o lo mejor sería confesar, que la poesía me sigue descubriendo, me sigue asaltando hasta dejarme indefensa, vencida, rendida a todo sus encantos. Nadie sale indemne de la poesía, ésta siempre deja secuelas y como escribió Benjamín Prado “es más fuerte que el olvido y el tiempo no la puede vencer”. Confieso, sin rubor, que muchas mañanas me siento enmoquetada de poemas, me siento anegada por las palabras que voy leyendo, así que vosotros, muchos de vosotros en estos momentos, y antes de vosotros, sois los culpables de que la melancolía, la nostalgia, el amor, se hayan hecho palabras y aniden dentro de mí.

El mundo no tendría sentido sin la poesía y quien piense lo contrario es que ignora la presencia de la misma en todo aquello que nos rodea, en todo aquello que habitamos y por lo que transitamos. Porque si me preguntarais: ¿qué es la poesía? Podría deciros que la poesía es toda la gama de colores, la poesía son todos los paisajes que descubrimos, los brotes de los árboles en primavera, la caída de las hojas en otoño, las montañas que nos rodean, el inmenso mar azul que siempre está al final del camino, las aceras sucias que pisamos cada día, los sueños que nos consumen, las palabras que decimos y sobre todo aquellas que callamos, esas que, como piedras, nos van lastrando, esas también son poesía.

¿Qué es la poesía? Y Bécquer contesto con la mayor razón de todas, con la razón final, la poesía siempre eres, serás tú… Todos esos “tú” que han pasado por nuestra vida, que están presentes, ya sea de forma real o meramente habitando nuestros recuerdos. Esos “tú” que han logrado transformarse en lo que Biedma soñaba, en poemas. Poemas de recuerdos, los más bellos poemas de amor y desamor, de esperanza y desesperanza, sinónimos y antónimos entre los que nos movemos, tratando de nadar, tratando de aferrarnos a esa escurridiza inspiración que termina por ser lo más deseado y al mismo tiempo, lo más temido, porque suele habitar en lo más hondo, en lo más oscuro de cada uno de nosotros.

Volvamos a la pregunta inicial: ¿qué es la poesía? Oficialmente  “composición literaria que se concibe como expresión artística de la belleza”, bla, bla, bla... Vosotros entendéis perfectamente el concepto de “belleza”, la belleza también habita en lo oscuro, en la desesperación, en el realismo sucio de Iribarren, de Carver, en el misticismo de Teresa, de Juan, en el romanticismo de Byron, de Zorrilla, en el urbanismo de Rayden, de Defreds, y en los que llenan las redes sociales de versos como Marwan o Elvira.

Según uno de los mejores poetas que tenemos con nosotros, “la poesía es el aliento del cosmos: un lenguaje de amor, benéfico y humano, que el corazón del hombre es capaz de entender en todos los idiomas”. Así la describe el gran Emilio Vega.

La poesía es pensamiento, es urdimbre en el telar de la vida. Digo poesía, digo belleza y el paladar se llena de azul, de la belleza comestible que trataba de explicar Dalí, porque “la belleza será comestible o no será”. La poesía es comestible, miles de degluciones me han hecho crecer, expandirme, ampliarme en mis pensamientos, amar todos “los mundos sutiles, ingrávidos y gentiles”. Gracias por haberme alimentado, por alimentarme, por sustentarme cada nuevo día. Si lo que soy es lo que he vivido, lo que he leído, lo que he amado, si lo que soy es mucho de lo que otros tuvieron a bien escribir, lo que habéis escrito, lo que escribís, es una parte indeleble de mí misma.

No subestiméis nunca el poder de las palabras, el poder de vuestra pluma. Los poetas, como decía Cortázar: “los poetas son esa contradicción permanente”, y la poesía “es todo eso que se queda afuera cuando hemos terminado de definirla”.

Yo, os espero afuera, siempre estoy afuera esperando, en esas afueras lejos de definiciones. Os espero afuera, en esas afueras donde me han llevado y me llevan los versos que leo, que he leído. Afueras que todos vosotros habitáis, que tan bien conocéis. Afuera, como Cernuda, donde “al fin quede libre sin saberlo yo misma. Disuelta en niebla, ausencia”.

Y mientras espero, seguiré leyendo, leyéndoos. Seguiré, seguiremos viviendo y como decía Pizarnik: seguiré “enamorada de las palabras que crean noches pequeñas en lo increado del día y su vacío feroz”.


 

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