Finalista



 

Mi ecuación, "La ecuación más bonita del mundo", ha quedado finalista en el concurso de novela convocado por el Ayuntamiento de Torrejón de Ardoz, por lo cual, verá la luz en los próximos meses. 

Hace varios meses, me ofrecieron publicar esta novela, había quedado finalista en otro concurso, en aquella ocasión no quise publicarla, ansiaba para este libro algo más o mucho más. Nuevamente vuelvo a quedar finalista con él y en esta ocasión, si que voy a publicarlo, porque las condiciones son mejores y creo que he ganado algo a mayores que en la ocasión anterior. Es una novela que me ha llevado más de tres años terminarla, es más, la empecé varias veces y varias veces terminó en la basura. Hay mucho trabajo en sus páginas, aunque luego pase sin pena ni gloria, que es lo que suele suceder. No importa, aunque no publicara, seguiría escribiendo, seguiría soñando... 

Ayer, fue la entrega de premios en Torrejón, la distancia y alguna que otra circunstancia a mayores, no me permitieron asistir. En mi representación estuvo Sol Gómez Arteaga, maravillosa escritora a la que admiro. Mis palabras nunca pudieron estar en mejores manos. Acompaño en esta entrada, el discurso que escribí para tal ocasión. 

 

Buenas tardes, en primer lugar me gustaría  felicitar a mis dos compañeras que, estoy segura, viven y respiran la literatura, al igual que me ocurre a mí, y agradecerle a Sol Gómez Arteaga esta representación, mis palabras no podrían estar en mejores manos que las de ella.

Gracias a todos los presentes e infinitas gracias al jurado por haber creído que “La ecuación más bonita del mundo”, merece ser conocida.

Habito un mundo de palabras, ellas son esa particular música que me acompaña a lo largo del día. Palabras que pienso, las que digo y las que me callo, palabras que escucho, que leo, palabras que escribo. Ellas vertebran el mundo y sin ellas, nada tendría sentido ni hoy estaríamos aquí reunidos.

Yo, que siempre contemplé los libros como llaves mágicas, que pensé que los escritores eran esos mágicos arquitectos de hombres y mundos. Yo, recojo hoy este premio sintiéndome inmensamente afortunada por haber logrado lo que pensaba imposible.

Decía Marguerite Duras: «No sé qué es un libro. Nadie lo sabe. Pero cuando hay uno, lo sabemos. Y cuando no hay nada, lo sabemos, como sabemos que existimos, no muertos todavía». Me siento sumamente afortunada, de que el jurado haya visto y sentido un libro en mi obra, ese mismo libro que espero sientan y disfruten los lectores. Y espero seguir siendo capaz de conjugar y conjurar al verbo, que este no me abandone y me permita seguir construyendo, seguir sintiéndome una mágica arquitecta.

Gracias.

 

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