Bajo la inmensa sombra que preserva un Bierzo mágico

 

 


Publican hoy en La Nueva Crónica, un reportaje escrito por Mercedes González Rojo, en el que habla de mi amado Bierzo y de mí. En ese mismo reportaje, se incluye un pequeño relato que he escrito, dedicado a mis amadas montañas. 

Agradecida siempre por poder escribir sobre aquello que amo.

 https://www.lanuevacronica.com/bajo-la-inmensa-sombra-que-preserva-un-bierzo-magico

 

Los Aquilianos

 

Nací al abrigo de sus laderas y mientras viví aquí, mientras estuve arraigada a esta tierra de carbón y pizarra, a esta ciudad de la niebla, los miraba  pensando que era su inmensa sombra lo que preservaba el mágico valle berciano y todas las delicias que en el mismo se daban. Bajo esa misma sombra protectora, la ciudad y sus habitantes, dormían y vivían. Desde que mis ojos comenzaron a explorar la luz del mundo, su línea ha estado presente en el horizonte de mi mirada. Sin saber aún sus nombres, soñaba con elevarme por encima de ellos y descubrir todo el mundo existente desde allí tan lejos, desde allí tan arriba. Inmensos en su quietud, teñidos del morado del brezo y del amarillo de las escobas, del manto blanco de nieve en el invierno, contemplan el paso del tiempo desde hace milenios. Los Montes Aquilianos, desde cuyas cumbres llegué a descubrir que mi ciudad, que Ponferrada, no parece ser más que unos pequeños cuadrados que un niño travieso hubiera dejado diseminados, y yo, sintiéndome una mera hormiga, una mota de polvo comparada con su grandeza. Pronuncio sus nombres, y es como si pronunciara la palabra casa. Pico Tuerto, Cabeza de la Yegua, Pico Berdiaínas… Mágicos nombres y destacando entre ellos, soberbia y poderosa, La Aquiana, la reina indiscutible de todo el cordal y mudo testigo de leyendas y cuentos.

Hoy, que tengo el corazón partido en dos, donde una parte es montañosa y la otra atlántica y marina. Hoy, que moro en un horizonte donde las elevaciones no dejan de ser pequeñas lomas de color verde intenso. Hoy, que he cambiado el morado del brezo por el amarillo del toxo. Hoy, que mis pasos transitan por los llanos y mi mirada se pierde sobre un horizonte oceánico. En este hoy, hay días en los que mi mirada se siente huérfana de su altura, días en los que mi cuerpo echa en falta su cobijo y su elevada presencia. Es entonces cuando pienso en regresar. Y cuando mis pasos me retornan al Bierzo, es su línea la que primero me asalta en la lejanía, entonces sé que estoy en mi hogar, sé que estoy en casa, en una de esas dos moradas que mi corazón dividido habita.

 

 

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