Regresar...

Qué lejos contemplo ya el pasado fin de semana. El tiempo siempre pasa y nos traspasa. Han sido unos días entre el dulzor y la amargura. El dulzor por todo lo vivido, la amargura de fuego y ceniza, de ese Bierzo herido. 

Regresar... Eso ha sido el verbo del pasado sábado. 

Regresar a Vega de Valcarce, hablar allí de Celia, sentir que lo que allí viví, sigue latiendo dentro de mí. Siempre me asombra comprobar cómo las palabras pueden mantener a la gente expectante. Aún me asombra más, saber que esas palabras son las que salen de mi boca.  


 


 

Regresar a Noceda, donde estuve hace ya algunos años. Noceda, ese pueblo que lo he recorrido caminando tantas veces y que ahora, cuando regreso, lo hago por el camino de las letras. En Noceda siempre hay cariño de sus gentes.  

 




 


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