Frida... II Concurso de Cartas. Cartas en el agua. Abril 2017
FRIDA…
Querida
Frida, te escribo estas letras, porque sé bien que tú podrás entenderme, que tú
podrás comprender todas las circunstancias sin juzgarme en ningún momento. Yo,
al igual que tú, conocí a un elefante. Como el tuyo, éste es desbordante, excesivo,
pantagruélico en algunas ocasiones. La niña paloma que siempre he sido, ha
cobijado sus alas a la sombra de su inmenso cuerpo, abandonándome a sus deseos.
Me he perdido y ahora, solo en él me encuentro.
Yo,
como tú, también he viajado destrozada por este camino tratando de encontrar a
ese alguien que me devolviera íntegra al mismo. Cuando estoy a su lado me
siento más entera que nunca, como un mosaico que de a pocos, hubiera ido
recuperando todas las teselas perdidas. Él me aporta todos los colores de las
mismas, cada encuentro entre ambos viene a rellenar los huecos vacíos, y aun
más, termina por construir nuevas y maravillosas escenas. Con él me gustaría
huir, darle la espalda a los relojes, esconderme en una habitación que tuviera
una ventana abierta al mar, cerrarla con llave y tirar esa misma llave al mar
que ha de acunar el paso del tiempo. Habitar junto a él, un breve espacio
físico pero inmenso en cuanto a pensamientos.
Sé que
no es mío, que nunca será mío, por ello no puedo evitar el constante y continuo
pensamiento de que tal vez, quizás, algún día todo esto termine. Pienso que a
lo mejor se canse, se aburra de mí. Doy por hecho, bien sabes lo que te digo,
que yo nunca me cansaré, nunca me aburriré. ¿Quién pudiera cansarse de vivir?,
cansarse de una vida de verdad, de esa vida única y cierta donde uno habita y
transita por meras y puras sensaciones. Estar a su lado es como enfrentarse a
una hoja en blanco y saber que voy a poder llenarla, que las palabras surgirán
sin necesidad de buscarlas desesperadamente. Mis hojas son como tus lienzos,
nunca estuvieron tan llenos como cuando Diego estuvo a tu lado, nunca me
asaltaron tantas palabras como desde que él está a mi lado. Sé que tal como
Diego era, él también es como un río que nunca dejará de correr.
Mi
querida Magdalena, Carmen, Frida… aquí me tienes, derrotada, aunque no rendida.
Llorando y esperando siempre la resurrección, como tú, como Magdalena. Volcando
mi amor, aun sabiendo que éste será mi muerte, como tú, como Carmen. Aquí me
tienes escribiéndome, escribiéndote, como tú pintándote.
No
quiero irme transformando en transparente y solo espero ser capaz, tal cual tú
hiciste, de convertir en imaginación el sufrimiento que sé ha de llegar, el
sufrimiento que irremediablemente habrá de asaltarme, porque es de ley que los
elefantes terminen aplastando a las palomas.
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