Vidas. Diciembre 2012
El sol brilla sobre
el horizonte azul desparramando sus rayos cual exuberante cola de pavo real,
creando iridiscencias sobre esta diáfana claridad. Me siento a la sombra de un
sauce, sus ramas desplegadas como un inmenso abanico, varillas marrones con
miríadas de colgantes alargados en tonalidades verdes. Entorno mis párpados y
presto atención a los sonidos: el suave mecerse de las ramas alborotadas por la
leve brisa, el trino de alguna que otra tímida ave, el discurrir del agua de un
arroyo cercano. Una mariposa blanca revolotea a mí alrededor, su fragilidad es
tal, que si alargara mi mano y tocara sus alas, ésta dejaría de volar. El polvo
de ala de mariposa se desprende con mucha facilidad. Fantaseo con la
posibilidad de envolverme toda yo en ese polvo iridiscente, agitar mis
imaginarias alas y dejarme llevar en la suave brisa de esta tarde, sobrevolando
la verde pradera, la desparramada copa del sauce y el cuerpo de mujer que soy
yo misma. Aletear sobre el arroyo y contemplar mi imagen reflejada en sus
aguas, alejarme así de preocupaciones diarias, de excesos de rutinas. Todo es
posible, dentro y fuera de mí, en mis pensamientos y más allá de éstos.
Soplo un vilano y el polvo de mariposa
desaparece; fragilidad... Hay varias vidas que convergen en una misma, varios
afluentes que alimentan nuestro río. Vidas... La pretérita, la ya vivida, esa a
la que a veces nos asomamos como insaciables golosos, degustándola una y otra
vez hasta dejar desgastado el recuerdo, transformando la realidad que en su día
fue, en algo más perfecto, limadas ya las incomodas aristas por nuestra
imaginación. A veces la olvidamos, la sepultamos profundamente bajo el
sarcófago del olvido, para tratar de no volver, para poder escapar de ella. Por
una razón u otra, la vida pasada siempre es borrosa, tergiversada a
conveniencia de uno mismo. La futura, la del todo puede ser, la de lo incierto
y la atrayente por lo desconocida. Rumiamos lentamente lo que queremos que sea
y en muchas ocasiones no será, creemos construir un mañana en este hoy,
olvidando que nada existe más allá del ahora.
Vida, la única, la que cuenta, la que
respira en este instante, la que piensa en este momento, la que descansa sobre
esta pradera soñando con ser mariposa. Hay muchas vidas y todo es posible en ellas,
tan posible como uno mismo quiera que sea.
El tiempo transcurre, a veces alado
escapándose de las manos, a veces transformando los relojes en fondo pegajoso
de miel donde las agujas no pueden dar avanzado.
El sol declina ya en esta tarde, me levanto
alejándome de mariposas, de pensamientos. Camino hacia mi vida, la única que
tengo, seguida por el pasado, precedido cada paso por lo que ha de llegar,
haciéndose ya presente en cada nuevo instante lo que antes era futuro.
Vidas y momentos más o menos buenos, en
cualquier caso prevaleciendo la sensación de lo posible, de lo que puede ser,
de lo cierto que está en nuestra mano y debemos hacer: vivir.
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